Tu ley está en medio de mi corazón
La Palabra de Dios, la Biblia, tiene un hilo conductor
que recorre todas sus páginas desde Génesis hasta Apocalipsis, esto es, el
Señor Jesucristo. El propósito de este escrito, es presentar algunos eventos en
los cuales Él, usó las Escrituras y, de esa manera, el creyente se vea motivado
a la consideración más profunda de “Aquél que ama su alma” (Can 1.7; 3.1, 2, 3,
4).
1.
Su Devoción:
Sal 1.1-2: “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores,
ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche”.
Indudablemente estos primeros versículos de los
salmos nos presentan a Cristo, él es el varón bienaventurado, quien
experimentaba el gozo puro y real en su perfecta manifestación.
Él es el santo ser (Luc 1.35), que no pecó en el camino,
consejo, ni comentarios burlones de los pecadores. Esencialmente
santo, perfecto en todo su andar. Sus pensamientos, palabras y prácticas eran
las de Dios mismo, pues él es Dios.
Literalmente, el señor Jesús meditaba en la
Palabra de Dios de día y de noche, el motivo, porque ella era su delicia, su
complacencia, hallaba gusto en leerla y meditar en ella. La frase “está su delicia”, nos hace pensar que
para el Señor Jesucristo, su gozo no estaba en otro lugar sino en las
Escrituras, ellas eran su centro, por lo cual, incesantemente meditaba en ellas,
no hubo un minuto de su vida que transcurriera sin él haber considerado la ley
divina.
Sal 40.8: “El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón”. De
la misma manera que las tablas de la ley estaban dentro del arca del
testimonio, la ley estaba dentro del corazón del Señor, él la vivía.
Si en el salmo 1, el corazón de Cristo está en la Palabra de
Dios, en el salmo 40, la ley de Dios está en su corazón, atesorada. Su
centro estaba en la Palabra, pero, a su vez, la Palabra estaba en el centro (en
medio) de su vida, todo en él giraba alrededor de la Biblia.
En el salmo 1, el Hijo de Dios se deleita en la Palabra de Dios;
en el salmo 40, el Cristo bendito se agrada en hacer la voluntad de
Dios.
Isaías
50.4; “Jehová el Señor me dio
lengua de sabios, para saber hablar palabras al cansado; despertará mañana tras mañana, despertará mi oído para que oiga como
los sabios. El Hijo de Dios se levantaba en las mañanas con
el oído dispuesto a escuchar la voz de Su Padre, tenía contacto con Su Dios a
través de la oración y Su Palabra (Mar 1.35).
LECCIÓN:
- El tiempo que debemos dedicar a la Palabra
de Dios, no se reduce al tiempo del devocional, sino, mucho más profundo aún, todo
el día debe ser ella nuestra meditación.
- Nuestro agrado debe estar en la Biblia, en
nada más, ella debe ser el centro de nuestra vida.
2.
Su Tentación:
En los evangelios tenemos el relato de la tentación del Señor Jesús en
el desierto (Mat 4, Luc 4). Durante 40 días estuvo sin comer, después de lo
cual tuvo hambre. Estamos seguros al afirmar que durante ese período, tuvo
contacto permanente con las Escrituras, de hecho, en las tres ocasiones que
Satanás le instó a pecar, Cristo le citó cuatro porciones del libro sagrado, a
saber:
Deuteronomio 8.3: “te afligió, y te hizo tener
hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la
habían conocido, para hacerte saber que no
sólo de pan vivirá el
hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el
hombre”.
Salmo 91.11-12: “Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te
guarden en todos tus caminos. En las manos te llevarán, para que tu pie no tropiece en piedra”.
Deuteronomio 6.16: “No tentaréis a Jehová vuestro Dios, como lo tentasteis en Masah”.
Deuteronomio 6.13: “A Jehová tu
Dios temerás, y a él solo servirás, y por su nombre jurarás”.
Es evidente, que durante los 40 días y 40 noches en el desierto, el
Señor Jesús estuvo meditando en el libro de Deuteronomio y en los Salmos.
Nótese, que el diablo no citó correctamente la Escritura, pero Cristo lo sabía
y, además, él si citó los pasajes correctos con la porción de la escritura
exacta para cada tentación específica.
En su sabiduría, el Señor Jesucristo no citó los versículos completos,
solo aquellos apartes pertinentes para dar respuesta a su adversario. Es cierto
que siendo Dios, conocía perfectamente la ley, los profetas y los salmos; sin
embargo, no es menos cierto, que él se deleitaba en leer y meditar en las
Escrituras, de manera que supo usarlas en el momento adecuado.
El Señor Jesucristo sabía que el diablo modificaba las referencias
bíblicas a su acomodo; no obstante, Él conocía la porción completa y empleó en
su respuesta el pasaje correspondiente.
LECCIÓN
- Cuando pasamos tiempo a solas con Dios, el
diablo tiene interés en hacernos pecar. No consideró que se dirigía al Hijo de
Dios, mucho menos lo hará con nosotros
para hacernos caer.
- Cuando meditamos en la Palabra de Dios,
podremos usar el pasaje específico y apropiado para enfrentar una tentación
determinada.
- Meditar en la Biblia, nos permite adquirir
mayor dominio de ella, por lo cual, sabremos cuándo un pasaje está siendo mal
utilizado.
3.
Su Predicación
3.1. En Publico:
Recordemos el relato del médico amado, Lucas 4.17 y siguientes: “se le dio el libro del profeta Isaías; y
habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas
nuevas a los pobres; Me ha
enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a
los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor. Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó (…)”
Esa escena tuvo lugar en una sinagoga de Nazaret. Allí, según la
tradición judía para los cultos, había un encargado de la sinagoga que presidía dichas
actividades. Para el día sábado, pedía a 7 personas que leyeran en la ley y los
profetas. Ese día, al Señor se le entregó el rollo en el libro de Isaías y,
según se puede entender de la lectura del versículo, él buscó y encontró el
pasaje que leyó.
La lectura fue corta y se sentó, porque la enseñanza se daba en esa
posición, luego, dio el siguiente sermón: “hoy se ha cumplido esta Escritura
delante de vosotros”. El Señor no leyó el pasaje completo del profeta Isaías,
obvió adrede la frase “y el día de venganza del
Dios nuestro (…)” (Is 61.2). La razón, porque el Señor no venía en juicio, no era
el día de la venganza, sino, que él había venido para predicar el año agradable,
por tanto, él era el cumplimiento de ese pasaje.
El Señor Jesús meditaba de día y de noche en las Escrituras, se
deleitaba en ellas, sabía exactamente qué pasajes leer en público, qué era lo
más apropiado para las personas en ese momento y usaba bien la palabra de
verdad. En su predicación, el Hijo de Dios supo qué pasaje leer, hasta dónde
leer y qué decir.
LECCIÓN:
- La meditación en las escrituras en lo
privado, nos permitirá discernir lo que Dios quiere que usemos en lo público.
- Estudiar la Biblia, nos permitirá ver la
relación entre el antiguo y nuevo testamento y cómo estos se complementan.
- El sermón del Señor consistió en 9 palabras y fue totalmente Cristo céntrico.
No necesariamente cuando hablamos más, decimos más. Pablo dijo: “pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras
con mi entendimiento, para enseñar también a otros (…)”
3.2. En Privado
Juan 3. “Y como Moisés levantó la
serpiente en el desierto, así es necesario que
el Hijo del Hombre sea levantado”
Estas palabras las pronunció el Señor Jesús cuando se entrevistó con
Nicodemo, de la secta de los fariseos, un hombre de conocimiento profundo en la
ley de Dios, pero que aún no había sido regenerado.
En ese diálogo privado, el Señor le dijo que si él quería ir al cielo,
le era necesario nacer de nuevo, es decir, del agua y del Espíritu. Gracias a
Dios, leemos en los evangelios que este hombre mostró frutos de su nuevo
nacimiento.
Para hablar a su corazón, el Hijo de Dios trajo a la mente de Nicodemo
el pasaje de Números 21, muy conocido por él. En ese relato, los israelitas
murmuraron contra Dios y Moisés y expresaron que tenían “fastidio de este pan
tan liviano”, refiriéndose al maná. Como consecuencia, Dios envió serpientes
ardientes que mordían al pueblo y muchos murieron. Los judíos clamaron a Moisés
y éste a su vez intercedió ante Dios por ellos. En su misericordia, Dios ordenó
levantar una serpiente de bronce en un asta, para que todo aquel que levantara
a ver esa serpiente, fuera sanado.
El Señor Jesucristo, le estaba enseñando a este maestro de la ley, que
de la misma manera que la serpiente fue levantada, era necesario que él (Jesús),
fuera levantado en una cruz. Nicodemo, como todos los seres humanos, hemos sido
mordidos por la serpiente del pecado y este nos trae la muerte (Rom 6.23), de
manera que, solo alzando a ver a Aquél que murió en la cruz, podemos ser
librados de la muerte eterna.
Solo basta una mirada de fe, se necesita fe en Cristo para salvación
del alma. Dios ha provisto la solución para el pecado, su Hijo, no hay otra
forma de nacer de nuevo, porque “no hay otro nombre, bajo el cielo, dado a los
hombres, en que podamos ser salvos” (Hec 4.12).
El Señor Jesús supo aplicar perfectamente un pasaje de la torá, a su
muerte en la cruz y, además, añadió: “Para que todo aquél que en él crea, no se
pierda, más tenga vida eterna” (Jn 3.15). Quien está muerto en sus delitos y
pecados (Ef 2.1), solo puede vivir espiritualmente, si cree de todo corazón en
el que murió en la cruz y derramó su sangre para perdón de sus pecados.
LECCIÓN
- Se puede conocer bastante de la Biblia,
haberla leído muchas veces, ser un maestro de la ley como lo fue Nicodemo, sin
embargo, aún no haber nacido de nuevo.
- Para ir al cielo, se necesita nacer de nuevo, no hay otra forma.
- Nacer de nuevo significa creer en Cristo
como Salvador personal.
4.
Su Instrucción
Luc 24.25-27: Entonces él les dijo: ¡Oh
insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en
su gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo
por todos los profetas, les declaraba en
todas las Escrituras lo que de él decían”.
Así como en este pasaje, en muchas otras ocasiones el Señor Jesús tomó
las Escrituras para explicar el verdadero sentido de ellas. En su amor, Cristo
se apareció a dos de sus discípulos y, ante su desconsuelo y confusión, los
instruyó, así:
- Reprendió su falta de inteligencia
(insensatos) y su lentitud para creer (tardos), lo que estaba escrito de él.
- Preguntó ¿No era necesario
que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria?
- Enseñó: En ese diálogo, tal parece que tenían las escrituras en las
manos (vr 32), de manera ordenada, Cristo comenzó desde Moisés (pentateuco),
luego continuó por los profetas, explicándoles plenamente, esto es,
interpretándoles exactamente (gr. diermeneuo, de donde viene la palabra hermenéutica) en
cada cita indicada, sus padecimientos, muerte y resurrección.
En dicha conversación, el Señor resaltó el cordón de grana que recorre
toda la Escritura, con razón, ardía (fue encendido) el corazón de los
discípulos cuando el Señor Jesús les enseñaba.
LECCIÓN:
- Qué consolador es que el Señor Jesús nos
enseñe en privado, cuando abrimos la Biblia y lo vemos allí y lo escuchamos. Si
nuestro corazón está apagado, será su contemplación la que encienda nuevamente
nuestra alma.
- Cristo, usó las Escrituras para interpretar,
enseñar y consolar a sus dos discípulos. Hermano, el Señor conoce nuestras
conversaciones privadas, la tristeza y confusión, por lo cual, es de ánimo pensar,
que él acude a nuestro encuentro para hablarnos al corazón.
- Resáltese que el Cristo resucitado abrió las
Escrituras, por tanto, aprendemos: i. A llevar nuestras biblias en la mano (hoy
en día la podemos tener en el celular); ii. Abrirlas para estudiar.
- El Señor Jesús explicó de manera ordenada, no
iba y venía con los versículos bíblicos trayendo confusión a sus discípulos.
Procuremos conocer la Palabra de Dios, para usarla y explicarla ordenadamente.
5.
Su Reprensión
Mar 7.6-7: “Respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me
honra, mas su corazón está lejos de mí. Respondiendo él, les dijo: Elías a la verdad
vendrá primero, y restaurará todas las cosas; ¿y cómo está escrito del Hijo del Hombre, que padezca mucho y sea tenido en nada?”
La biblia dice que de la boca del Señor salían “palabras de gracia”
(Luc 4.22), que “la gracia se derramó en tus labios” (Sal 45. 2), pero, de otro
lado, Cristo siempre habló la verdad y no adornó términos para evitar
desacuerdos.
En el contexto, los escribas y fariseos estaban juzgando a los
discípulos del Señor por comer sin lavarse las manos. A esa audiencia le
respondió “hipócritas”, es decir, simuladores, la palabra se usaba para los
actores en escena que se colocaban una máscara para interpretar un personaje.
La máscara de los fariseos eran las tradiciones y el legalismo, para simular su
podredumbre espiritual, eran, ni más ni menos, sepulcros blanqueados.
A estas personas les trajo a colación el profeta Isaías, para decirles
sin disimulo que realmente su corazón estaba lejos de Dios, de esa manera,
reprendió su hipocresía y falsa adoración. Los líderes religiosos y las sectas
de ese tiempo, habían caído en la observancia de las cosas externas, sin que su
corazón buscara sinceramente a Dios.
Una vez más, y como siempre hizo el Señor Jesús, usó el pasaje preciso
para contestar a sus incrédulos interrogadores. Aquí no estaba predicando,
tampoco instruyendo, en otro sentido, ante los cuestionamientos, la reprensión
sobre la falsedad farisaica debía ponerse en evidencia.
Mar 11.15-17 “Vinieron, pues, a Jerusalén; y
entrando Jesús en el templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y
compraban en el templo; y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los
que vendían palomas; y no consentía que nadie
atravesase el templo llevando utensilio alguno. Y les enseñaba, diciendo: ¿No está escrito: Mi casa será llamada
casa de oración para todas las naciones? Mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones”.
En esta oportunidad, el Señor se airó porque
la relación con Dios, se había convertido en una mera profesión externa de los
judíos. Ya no sacrificaban de lo suyo, según las instrucciones del levítico;
ahora, preferían ofrecer lo que compraban en el templo que, en todo caso, ya no
era la casa de Dios, sino, cueva de ladrones.
Nuevamente, el Señor usa las Escrituras para
reprender la actitud de los judíos, cada palabra dicha en su justo lugar y a
las personas indicadas. Su accionar en el templo, estuvo respaldado por lo que
Dios decía en Su palabra.
Usar las palabras “hipócritas” y “ladrones”,
fue supremamente fuerte, pero nótese el auditorio, plagado de este tipo de
personas. Él no se refirió en esos términos a otra clase de público. Dijo el
sabio: “Responde al necio como merece su necedad (…)” (Pro 26.5).
LECCIÓN
- Que en nuestras
afirmaciones podamos decir: “Escrito está”
- Que para
nuestras prácticas podamos expresar: “Escrito está”
- Que podamos analizar
las circunstancias, por lo que “escrito está”.
- Las palabras
fuertes usadas por el Señor, no nos dan licencia para ser groseros y altivos en
la predicación del evangelio. Decirle al incrédulo que está escuchando el
mensaje de salvación: "Testarudo", "cochino pecador" y similares expresiones, no se
acompasan con la verdad bíblica.
- Que la
adoración al Señor sea real, no meramente religiosa.
6.
Su Aplicación
Luc_20:17 “Pero él, mirándolos, dijo:
¿Qué, pues, es lo que está escrito: La piedra que desecharon los
edificadores, ha venido a ser cabeza del ángulo?
En esta ocasión, son los sacerdotes, escribas y ancianos del pueblo
quienes interrogan al Señor, preguntándole por la autoridad con que él hacía
las cosas, él, sabio como es, les contra preguntó aludiendo al bautismo de Juan.
Ante su incapacidad para dar una respuesta conveniente, el divino maestro les refirió
la parábola de la viña y los labradores malvados, que golpearon y dieron muerte
a los siervos del propietario y a su
hijo.
Inmediatamente, Cristo les pregunta, ¿Qué, pues, les
hará el señor de la viña? Y responde él
mismo: “Vendrá y destruirá a
estos labradores, y dará su viña a otros”.
Entonces, el Señor vuelve a
preguntarles, ¿Qué pues es lo que está escrito?, es decir, va a respaldar en la
Biblia su anterior afirmación, por tanto, cita el Sal 118.22 para ese propósito
y, de esa manera, apunta a la conciencia de sus contrarios, dejándoles claro
que él era el Hijo a quienes ellos, como labradores, iban a dar muerte, que él
era la piedra viva que estaban desechando.
Entre los principales del pueblo judío no había lugar para Cristo,
ellos veían amenazada su autoridad y predominio, para ello, él les dice que la
piedra desechada, Dios la ha puesto como principal y más importante, la del
ángulo.
Igualmente, el Señor les muestra dos escenarios, versículo 18:
- “Todo el que cayere sobre aquella piedra”: En
este primer renglón, la roca se ve en el suelo. Se sugiere que se refiere a la
primera venida del Señor.
- - “mas sobre
quien ella cayere, le desmenuzará.”. En esta segunda sección, la piedra cae del cielo, por ello desmenuza
a sus opositores, podríamos pensar en su segunda venida (Dan 2.34,44).
De esta forma, si
en el versículo 17 tenemos la muerte y resurrección, en el verso 18,
encontramos el rechazo y el reino.
7. Su Reformulación de la ley
Mat 5.43.48 “Oísteis
que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os
digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien
a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que
seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su
sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo
mismo los publicanos?
Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué
hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles?
Sed, pues, vosotros
perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”.
De una u otra manera, casi todas las personas están familiarizadas con
el sermón del monte, aunque no crean en el Señor Jesús. Fue la primera
enseñanza pública, cuyo contenido
conozcamos.
En aquella oportunidad, enseñó que Él no vino a abrogar la ley, sino a
cumplirla (Mat 5.17), además, que era necesario que todo lo escrito en dicha
ley, tuviera cumplimiento (Mat 5.18) y la importancia de obedecer para enseñar
(Mat 5.19).
Dejando clara la observancia de la ley, ahora el Señor procede a
replantear las ordenanzas antiguas, a establecer un nuevo orden de cosas. “Oísteis
que fue dicho”, en el antiguo testamento, “más yo os digo”, la reformulación de
la ley.
La ley expresaba que debía amarse a quien nos ama y, al contrario,
aborrecer a quien nos odia; sin embargo, el lenguaje de la gracia y el amor de
Cristo enseña a amar a nuestros enemigos, bendecir al que desea nuestro mal,
hacer bien al que nos odia, desprecia o detesta (aborrece) y orar por quien
amenaza, insulta, calumnia (ultrajar).
Esta nueva enseñanza, supera en mucho las exigencias de la ley pasada.
La naturaleza humana no responde positivamente a este nuevo lenguaje, si mucho
amamos a quien nos hace bien. Nuestra esencia humana grita que no es lógico ni
digno, resulta humillante responder con bondad ante la maldad.
El Señor Jesús lo enseñó, pero también lo practicó, por ejemplo, llamó
amigo a Judas cuando este vino a entregarle (Mt 26.50). La grandeza de Cristo
se ve justamente en dar un buen trato a quien no lo merece, porque hay pocas
situaciones dolorosas como una traición. Como si fuera poco, estuvo dispuesto a
servirlo lavándole los pies en el aposento alto (Jn 13). De igual forma, Él se
levantó de su asiento, se ciñó la toalla y le lavó los pies a Pedro, el discípulo
que, poco después, maldiciendo, afirmaría no conocerlo (Jn 13).
En la cruz del calvario, El Señor Jesucristo, exclamó: “Padre,
perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc 23.34). Literalmente, Él oró por
aquellos que le aborrecían sin causa, por sus poderosos enemigos, por sus
destructores (Sal 69.4).
En cualquiera de esas circunstancias, traición, negación u odio, el corazón
humano no responde en amor; pero Él, único, singular, santo en todo su ser,
podía amar, desear y hacer el bien, aun a personas inmerecedoras de bondad
alguna.
La reformulación de la ley elevó el estándar, de manera que, los
cristianos en esta dispensación, estamos llamados a seguir esas normas divinas.
Es forzoso recordar las palabras de Juan: “Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron
por medio de Jesucristo” (Jn 1.17). En sus novedosos planteamientos, el Señor hace brillar la gracia.
Cuando los cristianos nos ceñimos a este nuevo patrón de comportamiento,
por un lado, dejamos el legalismo y, por otra parte, damos evidencias de ser
hijos de Dios, pues el Padre celestial, hace salir el sol y da la lluvia a
justos e injustos. Es decir, el amor y la gracia que Dios muestra hacia la
humanidad, no depende de lo bueno o malos que podamos ser, sino en razón de su
carácter. Del mismo modo, nuestro amor o la gracia mostrada hacia los demás, no
debe fundamentarse en el buen comportamiento de ellos, sino, en lo que Dios
produce en el creyente.
Piense
el lector en la frase: “Y si saludáis a vuestros hermanos
solamente, ¿qué hacéis de más?”. El
señor estaba diciendo, que bajo la nueva enseñanza, Dios demanda que sus hijos
hagan más, no lo meramente lógico y humano. Esta última parte, necesariamente
la provoca el Señor en nuestras vidas.
Dejen sus comentarios, compartan el blog, poco a poco se irá nutriendo el sitio y espero que sobre todo, se nutra el alma.
Mi hermano¡¡¡...El señor te llevó a una muy buena reflexión sobre la Palabra, ella es de poder ilimitado y puede transformar nuestras vidas¡¡¡ Si el Señor Jesucristo rigió su vida por la Palabra, cuanto mas nosotros.. Saludos...
ResponderEliminarAmén hermano. Él es nuestro modelo, Su Palabra nuestra guía.
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