LA PUERTA DE LAS OVEJAS
Nehemías 3.1
El tema central del libro de Nehemías es la reconstrucción de los muros de Jerusalén. En ese propósito, también hubo necesidad de restaurar sus puertas. Los muros brindaban seguridad, a la vez que marcaban separación. Por su parte, las puertas permitían la entrada o salida de la ciudad.
La primera puerta en ser restaurada fue la de las ovejas, denominada así porque por allí entraban estos animales para ser sacrificados en el templo. Lo sacerdotes eran los encargados de tal oficio, por tanto, se entiende por qué se encargó de esta labor al sumo sacerdote Eliasib y a sus hermanos sacerdotes (Vr 1).
La puerta de las ovejas nos habla de Aquél que “como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca” (Is 53.7).
Por esa puerta pasaron miles de ovejas y, en especial, en las fiestas solemnes, se llevaban las ovejas consagradas (Ez 36.38). El Señor Jesús no fue una oveja más, fue el cordero que Dios se había provisto (Jn 1.29), consagrado (1 Ped 1.19) y quien además, hizo un solo sacrificio por los pecados (Heb 10.12).
El Señor Jesús fue llevado al matadero. El discípulo amado lo narra así: “Entonces la compañía de soldados, el tribuno y los alguaciles de los judíos, prendieron a Jesús y le ataron, y le llevaron primeramente a Anás; porque era suegro de Caifás, que era sumo sacerdote aquel año”. (Jn 18:13). (…) “Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era de mañana, y ellos no entraron en el pretorio para no contaminarse, y así poder comer la pascua” (Jn 18.28).
“Pero ellos gritaron: ¡Fuera, fuera, crucifícale! Pilato les dijo: ¿A vuestro Rey he de crucificar? Respondieron los principales sacerdotes: No tenemos más rey que César. Así que entonces lo entregó a ellos para que fuese crucificado. Tomaron, pues, a Jesús, y le llevaron. Y él, cargando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera, y en hebreo, Gólgota; y allí le crucificaron, y con él a otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio” (Jn 19.15-17).
Si bien fueron otras personas las que ejecutaron la acción de llevar al Señor como reo de muerte, el profeta Isaías señala: “Di mi cuerpo a los heridores, y mis mejillas a los que me mesaban la barba; no escondí mi rostro de injurias y de esputos” (Is 50.6). Fue llevado al matadero porque Él se dispuso.
El cordero va al matadero sin tener consciencia de lo que le va a suceder, en tanto que el Señor Jesús conocía perfectamente las circunstancias que estaba viviendo y lo que las personas iban a hacer con Él. A pesar de la maldad humana, la instigación y movilización satánica, realmente, el bendito estaba siendo llevado por la mano de Su Padre.
“(…) enmudeció, no abrió su boca”, es sorprendente, que aún hoy en día, el comportamiento de la oveja cuando es trasquilada, sigue siendo igual, guarda silencio. En esas últimas horas, antes de dirigirse al monte de la Calavera, los evangelistas relatan momentos en los cuales el Señor Jesucristo guardó silencio:
“Y le hacía muchas preguntas, pero él nada le respondió” (Luc 23.9). Pero al fin vinieron dos testigos falsos, que dijeron: Este dijo: Puedo derribar el templo de Dios, y en tres días reedificarlo. Y levantándose el sumo sacerdote, le dijo: ¿No respondes nada? ¿Qué testifican éstos contra ti? Mas Jesús callaba” (Mt 26.60-63). “Y siendo acusado por los principales sacerdotes y por los ancianos, nada respondió. Pilato entonces le dijo: ¿No oyes cuántas cosas testifican contra ti? Pero Jesús no le respondió ni una palabra; de tal manera que el gobernador se maravillaba mucho” (Mt 27.12-14).
El cordero nos recuerda el primer animal sacrificado por Dios para cubrir la desnudez de Adán y Eva (Gén 3.21). Fue la primer mancha de sangre de un animal inocente sobre la tierra, con ello, Dios estableció que “ (…) sin derramamiento de sangre no se hace remisión” (Heb 9.22). Luego, fue Abel quien ofreció una oveja “de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda” (Gén 4.4). Aquí tenemos un sacrificio personal.
Avanzamos en la historia bíblica y llegamos al cordero pascual: “En el diez de este mes tómese cada uno un cordero según las familias de los padres, un cordero por familia” (Ex 12.3). Allí vemos un sacrificio familiar.
“Después degollará el macho cabrío en expiación por el pecado del pueblo, y llevará la sangre detrás del velo adentro, y hará de la sangre como hizo con la sangre del becerro, y la esparcirá sobre el propiciatorio y delante del propiciatorio. Así purificará el santuario, a causa de las impurezas de los hijos de Israel (…) Cuando hubiere acabado de expiar el santuario y el tabernáculo de reunión y el altar, hará traer el macho cabrío vivo; y pondrá Aarón sus dos manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo, y confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, todas sus rebeliones y todos sus pecados, poniéndolos así sobre la cabeza del macho cabrío (…) (Lev 16.15,20-21). En esta oportunidad tenemos un sacrificio nacional.
Cuando llegamos al Señor Jesucristo, muy superior en todo a los sacrificios anteriores, tenemos “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Jn 1.29). Aquí, como es evidente, se trata de un sacrificio mundial.
Pensamientos:
1. La puerta de las ovejas necesariamente nos hace pensar en Cristo y su obra redentora en el Calvario. Igualmente, es motivo de supremo gozo, que de la misma manera que el pasaje inicia y termina con esta puerta, para Dios y también para nosotros, todo comienza y concluye en Cristo.
2. La puerta de las ovejas estaba relacionada con el sacerdocio, de manera que, aquello que debemos comenzar a restaurar en nuestra vida es la relación con Dios, sobre todo, debe haber un mayor ejercicio en el conocimiento de nuestro Señor Jesús y su obra en la cruz. El sacerdocio espiritual en una iglesia puede llegar a ser muy fuerte, en relación directamente proporcional al valor que le estemos otorgando a conocer a nuestro Salvador.
3. La Parábola de las Cien Ovejas:
Recordemos, que la puerta de las ovejas fue restaurada “Hasta la torre de Hamea”, que significa “cien”, por lo cual, dirige nuestros pensamientos a la parábola de las cien ovejas. Mi estimado hermano, usted y yo somos esa oveja que se perdió, pero el Señor es quien dejó las noventa y nueve, nos buscó y no descansó hasta encontrarnos. Hoy, nos lleva gozoso sobre sus hombros (su poder) y vamos a su casa. (Luc 15.4-6).
4. El Padre Celestial:
De igual forma, la restauración de la puerta fue “hasta la torre de Hananeel”, cuyo significado es “Dios es bondadoso”. Por tanto, pensamos en Tito 3.4-5: “Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia (…)”
5. El Paralítico de Betesda:
De Juan 5, entendemos que el estanque de Betesda (Casa de misericordia), quedaba cerca a la puerta de las ovejas. Allí, nuestro bondadoso Salvador sanó a un paralítico. De igual forma, el Señor nos sanó completamente de nuestra imposibilidad espiritual de dar un solo paso dentro de la voluntad de Dios.
6. Del Pueblo de Belén a la Puerta de Jerusalén:
Las ovejas que iban a ser sacrificadas eran traídas desde Belén. Este aspecto necesariamente nos hace pensar en el Cristo bendito que nació humildemente en un pesebre de esa aldea, y su vida fue el camino hacia la puerta de las ovejas para ser sacrificado en nuestro lugar.
7. Perdón y Provisión:
Finalmente, el Señor Jesús afirmó: “Yo soy la puerta de las ovejas” (Jn 10.7) “(…) Yo soy la puerta, el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos” (Jn 10.9). Hay una sola puerta de salvación, está abierta para todo aquél que desee entrar por ella y, como si fuera poco, hay alimento espiritual para su alma. Es decir, en Cristo hay perdón, pero también hay provisión.
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